All Good (Alles ist gut)

Janne (Aenne Schwarz, una actriz a seguir) es una editora cuyo compañero Piet (Andreas Döhler) es también su compañero. Con poco refuerzo de palabras, y apenas más imágenes, la cineasta consigue pintar un retrato sensible de su protagonista: aquí, un silencio tranquilo que la rodea a ella y a Piet cuando están ocupadas restaurando su futura casa, signo de una relación robusta y natural; allí, un rápido vistazo a un acto sexual cuyo lado ordinario refleja incluso la evidencia de su amor. Los tiempos son difíciles, sin embargo, porque su pequeña editorial se ha hundido.

Cuando Janne regresa sola a la casa de su infancia para asistir a una fiesta de graduación de la escuela secundaria, conoce a Robert (Tilo Nest), un viejo conocido, y a su cuñado menor, Martin (Hans Löw). Su noche comienza bien con una milagrosa oferta de trabajo de Robert.

Luego se convierte en una pesadilla cuando Martin, también de la fiesta, la ataca sexualmente. Una vez más, la directora elige la sobriedad en su demostración; rara vez una escena de violación ha sido filmada con tan poco afecto, y la facilidad con la que esta agresión podría haber tenido lugar la hace aún más fría que, por ejemplo, la violencia de Elle, de Paul Verhoeven, o en otro registro, la de Irreversible, de Gaspar Noe.

Lo que muestra la película subtitulada

Una de las principales ideas de la película es mostrar la complejidad de la situación de esta joven cuyas razones para callar y no decir nada sobre esta agresión quedan voluntariamente inexplicadas, invitando al espectador a especular sobre sus diferentes motivaciones.

Lo que importa al final no es qué “por qué”, sino el trabajo de socavar eso suavemente, como un cáncer que se arrastra, arruina la vida de Janne. Cuanto más se queda callada, más sufre. El lenguaje corporal que comparte con el espectador, único testigo de su sufrimiento, y muy bien traducido por la actriz Aenne Schwarz, está hecho de pequeños gestos apenas perceptibles, una especie de largo grito silencioso que contrasta con la repentina frialdad con la que trata a su séquito.

A través de escenas elípticas y un deseo bastante radical de no sobreexplicarse, Eva Trobisch puede a veces no alcanzar su objetivo. Así es como la trayectoria de la compañera de Janne, Piet, todavía no se entiende bien.

Si queremos facilitarlo, diremos que su animosidad hacia Janne está relacionada con el trabajo que ha realizado, mientras que su propio futuro es incierto, y es sólo una prueba más de que los hombres se aferran a su vida, prueba de que tienen más que una cierta capacidad para hacer daño.

Sólo su jefe y amigo Robert le ofrece una relación paradójicamente sin ninguna relación de poder, y no es de extrañar que él también se encuentre en una situación personal de casi víctima frente a una joven y exigente esposa.

Es buena All Good (Alles ist gut)

En última instancia, All Good (Alles ist gut) es una película subtitulada bastante dura, además de fría, con un final abrupto que refuerza un ambiente general que puede resultar confuso. Pero es una película que nos hace pensar en estas famosas relaciones de poder, físicas, psicológicas e incluso económicas.

Nos hace pensar, en estos tiempos turbulentos, si “no le damos mucha importancia” como dice Janne a su atacante, que se ve obligada a encontrarse con la fotocopiadora todos los días, o que, por el contrario, nos separamos de ella denunciándola -por fin-, como muchas mujeres han hecho en los últimos meses, la violación, más que cualquier otro tipo de agresión, seguirá siendo un trauma oculto que no deja indemnes a sus víctimas. Aunque, como Janne, la víctima sea una mujer moderna y fuerte que no quiere ser confinada a este “papel”.